domingo, 16 de septiembre de 2012

Máquina del tiempo.


¿No habeis sentido nunca la necesidad de volver a conocer a una persona? 
¿Desde lo más absoluto de los principios?
Comenzando por su rostro, inmediatamente seguido por su voz, su nombre.
A continuación, te sumerges en miles de palabras que te abren las puertas al conocimiento de sus gustos, ideales, metas...
Su pasado. 
O una simple noche de diversión.
Navegas por sus historias sintiendo curiosidad y, a la vez, presión. Porque ya no escuchas con los oídos. Cuando vas conociendo a una persona, a veces, tu estómago se pone en marcha con uno de sus cosquilleos característicos que, seguramente, ya conocías desde hace tiempo. Y que no son consecuencia de una mala digestión.
Vas descubriendo que va brindando a tus oídos relatos personales interesantes y adictivos, sorprendiendote con las curiosidades encontradas en aquellas conversaciones, hasta tal punto que volverías a repetir esa bonita tarde por el centro con demás amigos o esa conversación de chat de doce a dos de la madrugada.
En serio, ¿no os gustaría volver a esa especie de momento de tensión que resulta tan agradable? Yo acabo de tener esa sensación.
Necesito volver a conocerte.
Quiero volver a conocerte. 
Quiero volver a sentir tanta curiosidad hacia ti, volver a oír tus historias, que yo te cuente las mías, que nos riamos de esas chorradas o que no hablemos de nada y hablemos de todo. Que tengamos otra vez nuestro principio.
Pero supongo que le pido más a la vida de lo que tiene, y no me malinterpretes, (aunque como dice Ajo, la memoria lo convierte todo en presente). Quiero ésto porque me ha encantado conocerte. Porque lo volvería a hacer una y mil veces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario